En medio de una pertinaz lluvia, el Papa Francisco saludó a los peregrinos que se dieron cita esta mañana de domingo en la Plaza de San Pedro y presidió el rezo del Ángelus.
Antes refirió el Evangelio de hoy, que dice “que Jesús brilla en las tinieblas y las tinieblas no le vencieron, es decir, nos recuerda lo potente que es el amor de Dios que no se deja vencer por nada más allá de obstáculos y rechazos”.
Dijo a las personas reunidas que el amor de Dios continúa resplandeciendo e iluminando el camino del hombre. “Lo vemos en la navidad, cuando el Hijo de Dios hecho hombre supera tantos muros y tantas divisiones, afronta la cerrazón de mente y de corazón de los grandes de su tiempo, más preocupados por defender el poder que por buscar al Señor”.
Aseguró que Dios no se detiene nunca, encuentra miles de modos para llegar a todos. “A todos y a cada uno de nosotros, allá donde nos encontremos, sin cálculos, sin condiciones, abriendo también en las noches más oscuras de la humanidad ventanas de luz que la humanidad no puede cubrir, es una realidad que nos consuela, que nos da valor, especialmente en un tiempo como el nuestro, un tiempo no fácil, donde hay tanta necesidad de luz, de esperanza y hay necesidad de paz”.
Luego del rezo del Ángelus, el Papa Francisco pidió seguir orando por la paz en el mundo y para que se respeten los derechos humanitarios. “La guerra siempre es una derrota”, dijo al Papa antes de despedirse de los peregrinos reunidos en la Plaza San Pedro.